En la década de los ochenta del pasado siglo, diversos gobiernos, foros públicos y académicos dentro del entorno de las democracias occidentales habrían convergido en difundir un “nuevo” enfoque de organización y gestión de las organizaciones públicas, finalmente conocido como “Nueva Gestión Pública” (NGP). En la complejidad y heterogeneidad, e incluso contradicción, que puede caracterizar la diversidad de sus propuestas, la NGP destacaría, como es sabido, por una premisa de cariz pretendidamente “técnico” en virtud de la cual el gestor público sería concebido en tanto experto dotado de numerosas habilidades técnicas para afrontar la compleja tarea de la conducción de las organizaciones públicas en un entorno que se diría “difícil” de administrar. En este sentido, este estudio tiene como objetivo analizar la forma en que a través de diversos elementos argumentativos, retóricos y discursivos presentes en los textos de reforma ligados a dicho enfoque, así como en los intentos teórico-académicos de explicar su naturaleza, se habría erigido este enfoque o modelo de organización y gestión pública de naturaleza “técnica”. En concreto, lo haremos acercándonos a las nociones de eficiencia y racionalidad técnica que se extraerían del arsenal de herramientas y técnicas de gestión propuestas por dicho enfoque. Sobre la base del entendimiento de que los enfoques de gestión pública se pueden contemplar en tanto ideologías que buscarían la hegemonía discursiva, nos serviremos también de una serie de premisas teóricas extraídas de la reflexión filosófica y el pensamiento político y social sobre las nociones de eficiencia y racionalidad técnica así como sobre el rol de los postulados ideológicos e intelectuales– y de los intentos de su ocultación– en los procesos de legitimación de las políticas de gestión pública. Tras dicho análisis, reflexionaremos finalmente sobre cómo todo modelo de gestión pública iría asociado inevitablemente a una concepción de la política, y que la NGP, pese a la retórica de la neutralidad avalorativa, la novedad, y el determinismo con la que se habría visto acompañada, estaría camuflando en realidad un énfasis otorgado a unos ideas y valores asociados a la racionalidad técnica y económica que conseguiría desplazar en importancia a otros aspectos normativos más relevantes para los valores de lo público y la participación democrática. Pese a que hoy otros enfoques habrían debilitado el protagonismo de la NGP, recordar la forma en que buscó su hegemonía nos ayudará a reflexionar sobre cómo los modelos de gestión y organización pública no vienen determinados “técnicamente” sino que exigen un juicio de valor sobre qué administración pública y sociedad democrática se desea proyectar.
