Normal 0 21 false false false ES X-NONE X-NONE /* Style Definitions */ table.MsoNormalTable {mso-style-name:"Tabla normal"; mso-tstyle-rowband-size:0; mso-tstyle-colband-size:0; mso-style-noshow:yes; mso-style-priority:99; mso-style-parent:""; mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt; mso-para-margin-top:0cm; mso-para-margin-right:0cm; mso-para-margin-bottom:10.0pt; mso-para-margin-left:0cm; line-height:115%; mso-pagination:widow-orphan; font-size:11.0pt; font-family:"Calibri","sans-serif"; mso-ascii-font-family:Calibri; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-hansi-font-family:Calibri; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi;}
Las normas deben ser útiles y de calidad, y deben ser eficaces, eficientes y sostenibles. Es por ello que la evaluación de su funcionamiento es vital para que cumplan con los fines para las que fueron creadas. Pero las normas se aplican en un contexto territorial determinado, que afecta a su rendimiento y a la consecución de sus objetivos. Nos centramos en la evaluación ex post, en cuanto que nos permite evaluar el funcionamiento de una norma, utilizando diferentes métodos, provenientes de otras disciplinas, como la sociología o la geografía. El momento actual, en el que las Administraciones disponen de grandes volúmenes de datos supone una oportunidad para evaluar las normas desde diferentes perspectivas, detectar problemas y aportar soluciones precisas.