El envejecimiento demográfico constituye uno de los desafíos sociales y políticos más relevantes de las últimas décadas. Hay diversas aproximaciones al hecho de envejecer, en función de que se ponga el acento en aspectos biomédicos, sociales o políticos. La aproximación al envejecimiento desde una perspectiva de construcción social implica pensar en cómo nos hacemos mayores y cómo lo conseguimos con calidad de vida. En una sociedad desigual en cuanto a las relaciones de género, el hecho de envejecer no se afronta de la misma manera según se trate de mujeres u hombres. Además, en el estudio del envejecimiento también se deberían considerar otras variables como el nivel socioeconómico y cultural, el lugar de origen o la opción sexual. Estas variables confluyen en la construcción social de un nuevo objeto de estudio que con los años ha ido diversificando su eje según se dedique un mayor énfasis a la fragilidad o, por el contrario, a la potencialidad que encierra envejecer bien, con dignidad, con decencia. El paradigma del care, y del social care, como modelos que reflexionan sobre el cotidiano mantenimiento del mundo, de nuestros cuerpos, de nuestro entorno, de nuestras vidas, contribuye a definir un concepto nuevo: el envejecimiento activo, con la mirada puesta sobre la noción de vulnerabilidad humana constitutiva y, por tanto, considerando el cuidado como un proceso complejo y transversal que contribuye a la calidad de vida de todos y todas.